Los cruces de indocumentados en la frontera sur de Estados Unidos han estado dominados durante mucho tiempo por personas de México y Centroamérica, pero por primera vez desde al menos el cambio de siglo, la mayor parte de las personas detenidas por las autoridades correspondió a inmigrantes de otras naciones.

La mayoría de estos otros migrantes proviene de países más lejanos dentro de América Latina, como Venezuela y Colombia, una señal de que las dificultades económicas posteriores a la pandemia se sienten en casi todos los rincones de la región.

Un claro ejemplo de esta migración latinoamericana más amplia es que las detenciones, y otros tipos de encuentros con la Policía, de brasileños y venezolanos en la frontera entre EE.UU. y México aumentaron un 43% y un 92%, respectivamente, desde junio. Su cifra se había reducido de forma considerable previamente este año después de que México emitiera requisitos de visa para viajeros de ambos países, para luego recuperarse cuando encontraron formas de sortear esas restricciones.

“La gente está bajo presión. Los precios siguen siendo muy altos y no hacen que sea fácil salir adelante”, dijo Eduardo Siqueira, profesor de salud pública de la Universidad de Massachusetts-Boston. La tendencia migratoria actual involucra a diferentes estratos de la sociedad, no solo a los pobres, dijo: “Parece ser desde arriba hasta abajo”.

Si bien el número de migrantes que intentaron cruzar la frontera sur de EE.UU. desde México, Guatemala, Honduras y El Salvador disminuyó un 43% en agosto con respecto a un año antes, las detenciones por parte de autoridades estadounidenses aumentaron un 51% entre latinoamericanos y caribeños que no provenían de esas naciones.

 

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