China puede estar aliviando algunas de sus severas restricciones contra la covid-19, pero sus duras políticas contra la pandemia han llevado a muchos ciudadanos a buscar un futuro mejor en otros lugares, sin importar los riesgos que implique la travesía.
Tres días después de su viaje a través de la selva del Darién, a unos 15.000 kilómetros de distancia de su hogar, la familia Sun tiró su equipo de campamento para aligerar la carga, pensando que estarían ya fuera al caer la noche.
Sin embargo, se quedaron varados en la jungla entre Colombia y Panamá debido a las fuertes lluvias.
Esa noche, Sun Jincai, su esposa y sus tres hijos, de 6, 9 y 11 años, se apretujaron en una pequeña tienda de campaña que encontraron en el camino, probablemente desechada por otros migrantes como ellos, mientras hacían todo lo posible por ignorar el agua fría que se filtraba a través de la tela fina.
“Afortunadamente, ninguno de nosotros se enfermó”, dijo Sun a la BBC.
Fue solo uno de los muchos pasos peligrosos en su viaje desde China hacia Estados Unidos.
Sun, de 34 años, su esposa y su hijo menor solían pasar la mayor parte del año viviendo en la costa de China, donde abundaban los trabajos.
Los otros dos niños vivían con sus abuelos a unos 644 kilómetros de distancia, en Jiangxi, una provincia sin salida al mar en el este de China, ya que era difícil inscribirlos en la escuela fuera de su ciudad natal.
Sin embargo, a medida que la economía china perdió impulso en medio de las duras restricciones por la covid-19 y la creciente ola de autoritarismo que se apoderó del país, Sun comenzó a buscar formas para que toda la familia abandonara el país.
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